viernes, 27 de noviembre de 2015

Suelos.

  Se denomina suelo a la parte superficial de la corteza terrestre, biológicamente activa, que proviene de la desintegración o alteración física y química de las rocas y de los residuos de las actividades de seres vivos que se asientan sobre ella.
  Son muchos los procesos que pueden contribuir a crear un suelo particular, algunos de estos son: la deposición eólica, sedimentación en cursos de agua, meteorización, y deposición de material orgánico.
  De un modo simplificado puede decirse que las etapas implicadas en la formación del suelo son las siguientes:
*"Instalación de los seres vivos (microorganismos, líquenes, musgos, etc.) sobre ese sustrato inorgánico." Esta es la fase más significativa, ya que con sus procesos vitales y metabólicos, continúan la meteorización de los minerales, iniciada por mecanismos inorgánicos. Además, los restos vegetales y animales a través de la fermentación y la putrefacción enriquecen ese sustrato.
*"Mezcla de todos estos elementos entre sí, y con agua y aire intersticiales." Inicialmente, se da la alteración de factores físicos y químicos de las rocas, realizada, fundamentalmente, por la acción geológica del agua y otros agentes geológicos externos, y posteriormente por la influencia de los seres vivos, que es fundamental en este proceso de formación. Se desarrolla así una estructura en niveles superpuestos, conocida como el perfil de un suelo, y una composición química y biológica definida. Las características locales de los sistemas implicados —litología y relieve, clima y biota— y sus interacciones dan lugar a los diferentes tipos de suelo.
  Los procesos de alteración mecánica y meteorización química de las rocas, determinan la formación de un manto de alteración o eluvión que, cuando por la acción de los mecanismos de transporte de laderas, es desplazado de su posición de origen, se denomina coluvión.
  Sobre los materiales del coluvión, puede desarrollarse lo que comúnmente se conoce como suelo; el suelo es el resultado de la dinámica física, química y biológica de los materiales alterados del coluvión, originándose en su seno una diferenciación vertical en niveles horizontales u horizontes. En estos procesos, los de carácter biológico y bioquímico llegan a adquirir una gran importancia, ya sea por la descomposición de los productos vegetales y su metabolismo, por los microorganismos y los animales zapadores.

  El conjunto de disciplinas que se abocan al estudio del suelo se engloban en el conjunto denominado Ciencias del Suelo, aunque entre ellas predomina la edafología e incluso se usa el adjetivo edáfico para todo lo relativo al suelo. El estudio del suelo implica el análisis de su mineralogía, su física, su química y su biología.


  Características de los Suelos 

  Teniendo en cuenta los conceptos y las consideraciones de Stralher (1994) se dice que el suelo es una capa dinámica en la que tienen lugar numerosos y complejos procesos físicos, químicos y biológicos. Es cambiante y se encuentra en continuo desarrollo, sujeto a condiciones del clima, topografía y vegetación.
  Suelo es el material de superficie que durante un largo periodo de tiempo ha llegado a formarse en capas u horizontes. El suelo se compone de partículas minerales y orgánicas y posee sustancias en los tres estados de la materia. La parte sólida del suelo es a la vez orgánica e inorgánica. La erosión de las rocas produce las partículas inorgánicas que le otorgan a éste la mayor parte de su peso y volumen y van desde arenas y gravas hasta pequeñas partículas coloidales. Los sólidos orgánicos son materiales vivos o en descomposición de origen animal o vegetal, como raíces, hongos, bacterias, gusanos, insectos y roedores. Las partículas coloidales (partículas extremadamente pequeñas de forma de escamas que pueden permanecer en suspensión en el agua) orgánicas e inorgánicas cumplen una función importante en la química del suelo.

  Clasificación de los Suelos

  El suelo se puede clasificar según su textura: fina o gruesa, y por su estructura: floculada, agregada o dispersa, lo que define su porosidad que permite una mayor o menor circulación del agua, y por lo tanto la existencia de especies vegetales que necesitan concentraciones más o menos elevadas de agua o de gases.
  Suelos residuales: Los suelos residuales se originan cuando los productos de la meteorización no son transportados como sedimentos, sino que se acumulan en el sitio en que se van formando. Si la velocidad de descomposición de la roca supera a la de arrastre de los productos de la descomposición se produce una acumulación de suelo residual. Entre los factores que influyen en la velocidad de alteración de la naturaleza de los productos de la meteorización están el clima (Temperatura y lluvia), la naturaleza de la roca original, el drenaje y la actividad bacteriana.
El perfil de un suelo residual puede dividirse en tres zonas: a) la zona superior, en la que existe un elevado grado de meteorización, pero también cierto arrastre de materiales; b) la zona intermedia en cuya parte superior existe una cierta meteorización, pero también cierto grado de deposición hacia la parte inferior de la misma; y, c) la zona parcialmente meteorizada que sirve de transición del suelo residual a la roca original inalterada.
La temperatura y otros factores han favorecido el desarrollo de espesores importantes de suelos residuales en muchas partes del mundo.
Los espesores de los suelos residuales pueden alcanzar espesores considerables:
Sudeste de EE. UU.
6 a 23 m
Angola
8 m
Sur de la India
8 a 15 m
África del Sur
9 a 18 m
Africa Occidental
10 a 20 m
Brasil                                                                                                                                 
10 a 25 m


Según su textura

Conocer el tipo de suelo con el que se trabaja es imprescindible. De su textura dependen sus propiedades físicas, las cuales determinan, en gran medida, su productividad.
  • Franco. Tiene una textura media (45%de arena, 40% de limo y 15% de arcilla), por lo que sus condiciones físicas y químicas son las mejores y el más apto para el cultivo.
  • Turboso. Está formado por tierra vegetal descompuesta, por lo que tiene un bajo contenido mineral y un exceso de materia orgánica. Una gran ventaja es que no requiere de materiales productores de humus. Sin embargo, ocasiona problemas en el drenaje y es demasiado ácido, por ello requiere un aporte notable de cal.
  • Pedregoso. Contiene partículas muy gruesas y su drenaje es muy bueno, pero no retiene ni el agua ni los nutrientes. Es un suelo difícil de cultivar, aunque no imposible. Las plantas que mejor sobreviven en estas condiciones son las de hoja gris, cerosa o con vellosidad, como la aquilea y el verbasco.
  • Ligero o arenoso. Este tipo de suelo tiene una textura gruesa con un 75% de arenas, un 5% de arcillas y un 20% de limo, lo que le permite una gran aireación. Aunque absorbe bien el agua, no la retiene y se filtra con facilidad hacia el fondo. Estos suelos se secan con rapidez y no almacenan el agua como los arcillosos, por lo que precisan de riego frecuente, pero en poca cantidad. El riego por goteo es el más adecuado. Para mejorar las pérdidas de materia orgánica, es preciso el aporte de productores de humos y fertilizantes de lenta liberación. En este tipo de suelos viven bien las plantas que no soportan un exceso de agua, como los céspedes, los cactus y las crasas, y diversas especies mediterráneas.
  • Pesado o arcilloso. Su fina textura le otorga una elevada retención de agua y nutrientes. Tiene un 45% de arcillas, un 30% de limo y un 25% de arena. No obstante, la porosidad es baja y carece de buenas posibilidades de aireación. Dificulta mucho el drenaje, el suelo se encharca y la mayoría de las plantas se pudren. En el momento de plantar, es necesario aportar una buena cantidad de mantillo o de turba, para airear y esponjar el suelo. Entre las especies que mejor resisten destacan los ranúnculos, lirios, helechos, calas, fresnos, chopos o abedules.

Según su coloración

  Color negro: se asocia a la incorporación de materia orgánica que se descompone en humus que da la coloración negra al suelo. Este color ha sido asociado con niveles altos de materia orgánica en el suelo, condiciones de buena fertilidad, en especial presencia de cationes tales como el Ca2+ y Mg2+ y K+; colateralmente tiene asociado otras condiciones físicas relacionadas con la materia orgánica, tal como la presencia de una buena estructuración del suelo y rica actividad biológica; en otras oportunidades, cuando hay acumulación de Na+, por ser este un agente dispersante, el suelo, aún con muy bajos niveles de materia orgánica, adquiere la coloración negra, pero tiene como condición asociada una muy mala condición estructural. En resumen, este color por lo general está asociado a la presencia de
·         Carbonatos de Ca2+ o Mg2+ más materia orgánica altamente descompuesta.
·         Otros cationes (Na+, K+) más materia orgánica altamente descompuesta.
  
  Color rojo: se asocia a procesos de alteración de los materiales parentales bajo condiciones de alta temperatura, baja actividad del agua, rápida incorporación de materia orgánica, alta liberación de Fe de las rocas; es indicativo de condiciones de alta meteorización, se asocia a niveles bajos de fertilidad del suelo, pH ácidos y ambientes donde predominan los procesos de oxidación. En términos generales se asocia con la presencia de
·         Óxidos de Fe3+ (Cuadro 1), como es el caso de la hematita cuyo nombre es de origen griego con el significado de "parecido a la sangre".

  Color amarillo a marrón amarillento claro: por lo general es indicativo de meteorización bajo ambientes aeróbicos (oxidación), ocurre como en el caso de la goetita, donde cristales grandes de este mineral confieren una pigmentación amarilla al suelo, mientras de cristales pequeños de este mineral confieren tonalidades de color marrón; más frecuentemente estos colores asociados a la goetita ocurren en climas templados. Se relaciona con condiciones de media a baja fertilidad del suelo. En general se asocia con la presencia de
·         Óxidos hidratados de Fe3+.

  Color marrón: este color está muy asociado a estados iniciales a intermedios de alteración del suelo; se relaciona con condiciones de niveles medios a bajos de materia orgánica y un rango muy variable de fertilidad. En general se asocia con la ocurrencia de
·         Materia orgánica ácida parcialmente descompuesta.
·         Combinaciones de óxidos de Fe más materiales orgánicos.

  Color blanco o ausencia de color: se debe fundamentalmente a la acumulación de ciertos minerales o elementos que tienen coloración blanca, como es el caso de calcita, dolomita y yeso, así como algunos silicatos y sales. En otras ocasiones, es consecuencia de la remoción de componentes del suelo por diversos procesos, en cuyo caso el suelo adquiere el color de los elementos remanentes, i.e. el horizonte álbico (Soil Survey División Staff, 1999). En general se asocia con la presencia de
·         Óxidos de Al y silicatos (caolinita, gibsita, bauxita).
·         Sílice (SiO2).
·         Tierras alcalinas (CaCO3, MgCO3)
·         Yeso (CaSO4. 2H2O).
·         Sales altamente solubles (cloruros, nitratos de Na+ y K+)
  Color gris: puede ser indicativo del ambiente anaeróbico. Este ambiente ocurre cuando el suelo se satura con agua, siendo desplazado o agotado el oxígeno del espacio poroso del suelo. Bajo estas condiciones las bacterias anaeróbicas utilizan el Fe férrico (Fe3+) presente en minerales como la goetita y la hematita como un aceptor de electrones en su metabolismo. En este proceso se genera la forma reducida del ión que es Fe ferroso (Fe2+), que es soluble en agua e incoloro. Otras bacterias anaeróbicas utilizan Mn4+ como aceptor de electrones, reduciéndose a su forma incolora soluble en agua Mn2+. La pérdida de pigmentos deja un color gris en la superficie del mineral y si la saturación con agua se prolonga por largos períodos, la zona completa adquiere la coloración gris. Cuando cesa la saturación con agua las forma reducida del Fe se oxida nuevamente, generándose colores característicos, como es el moteado anaranjado de la lepidocrocita (tiene la misma formula de la goetita, pero difieren en la estructura del cristal) en las grietas del suelo. Si el suelo se airea rápidamente se genera el moteado rojo brillante propio de la ferrihidrita en los poros y grieta; este mineral no es estable y en consecuencia, se transforma en lepidocrocita con el tiempo.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario